jueves, 13 de agosto de 2009

VIERNES 28 DE ABRIL 2006

Estuve casado durante 17 años, tras los cuales me separé.
Desde aquel momento, que ya se me ha perdido en los recovecos de la memoria, he vivido solo. Bueno, una hermana mía comparte estancia conmigo por temporadas. Es una nómada y siempre está de un lado para otro. Hoy no está conmigo.
Tampoco es que yo siempre haya vivido en el mismo sitio haciendo el mismo trabajo. Puede ser que no tenga alma rutinaria o sí y el destino me haya hecho saltar en el espacio tantas veces.
Ahora estoy viviendo en un pueblo de la costa.
Mi trabajo no puede ser más prosaico, pues me dedico a la construcción. En este pueblo, entre otras estoy dirigiendo, una obra de local, sótano y dieciséis viviendas.
El derribo de la casona existente anteriormente y las obras de estructura se han realizado con el aburrimiento normal de las cosas previstas. Acaso algún sobresalto por imprevisiones no debidas.
Vivo en una casa antigua, alquilada, con cuatro dormitorios, un salón, cocina y cuarto de baño así como dos grandes patios.
Quiero hacer un inciso para dejar claro que nunca he creído en fenómenos paranormales ni en brujas ni en nada de eso que forma parte del culto ancestral generalizado. Todo, porque sé que tras la vida no hay sino olvido. La nada. 0.
El hombre, como cualquier ser vivo, nace solo y exclusivamente con un fin: la procreación y con ello la perpetuación de la especie. Su mayor inteligencia lo hace multiplicarse cada vez más y llegar a un número insostenible de habitantes.
Desde que llegué a esta casa fui cambiando de dormitorio varias veces hasta encontrar el más cómodo. Elegí uno que abre su puerta al salón, y lo elegí porque tenía la bombilla más potente. Así puedo leer un poco antes de dormirme.
Suelo dormir con la puerta abierta y algunas veces me ha dado la impresión de haber visto una sombra pasar delante de la puerta. Nunca le he prestado mas interés del que tenía. Siempre lo he achacado a esta vista cansada o a mi propio cansancio o a mil cosas, circunstancias, azares, etc...
También es cierto que ha veces he oído algunos ruidos extraños que parecían venir de dentro de la casa, pero la idea de que alguien se hubiera colado la he desechado siempre por imposible. Por un lado siempre cierro la puerta con llave y no existe otra forma de entrar si no es por ella.
Hace un mes aproximadamente, o quizás más tiempo, la cisterna del inodoro se vació sola con su característico sonido y pensé que tendría que arreglarla al día siguiente.
Hoy ha sido un día raro.
Amaneció con sol, pero en un instante se cubrió el cielo de nubes y se abrió en tempestad de relámpagos y truenos y una fuerte lluvia, para una hora después quedar como al principio. Un sol agradable. No en vano estamos en primavera.
Bueno, creo que estoy preludiando demasiado este relato. Más que un relato quiero escribir esta sensación que tengo para eludirla, olvidarla y así poder ir de nuevo a la cama y dormir. Eso espero. Son las tres de la madrugada. Y aunque mañana, hoy, es sábado, tengo trabajo que hacer.
Esta noche he salido como cada noche o casi como cada noche a tomar una cerveza con una tapa que me sirve de cena. Al terminar me he dado una vuelta por las obras y en las 16 viviendas he visto una luz moviéndose por la primera planta. Gracias a que está en el centro del pueblo y este tiene una correcta dotación de policía municipal, en ese momento ha pasado una patrulla de dos municipales a los que he llamado. Ellos también han visto al luz y pensando que pudiera ser un ladrón, me han pedido que los acompañase a la primera planta, cosa que he hecho sin ningún temor. (llevaban pistola).
Cuando hemos subido, la luz se escondía por entre los tabiques ya realizados, y la policía, al comprobar que allí había alguien han llamado a sus compañeros que han venido cortando las tres calles a las que da el edificio.
He de decir que se trata de un edificio de tres alturas, levantado sobre 600 metros cuadrados de solar. Hemos recorrido todo el edificio sin encontrar nada. La luz desapareció tras un tabique recientemente construido y allí no había nadie.
No les he contado nada de lo que se me venía a la mente.
No les he contado nada de lo que ya lleva pasando en la obra desde hace dos semanas.
Todo empezó cuando a plena luz del día uno de los obreros vio a un hombre desgarbado cruzándose delante de él. Como no le hizo caso se volvió hacia donde estaban sus otros compañeros para llamarlos y cuando volvió la vista al hombre, este había desaparecido. El obrero quería irse de la obra diciendo que a él no le pagaban por ver fantasmas. Entre risas los demás le quitaron la idea de la cabeza. Cuando llegué ese día a la obra me comentaron el encuentro del que también reí la ocurrencia. Le pregunté al que lo había visto que si en ese momento había o estaba haciendo algún esfuerzo que le pudiera haber hecho perder momentáneamente la correcta visión. Me dijo que no y que además si le ponían delante a diez hombres sabría reconocerlo enseguida. De cualquier manera me fui pensando que había sido debido a ese sobreesfuerzo que yo me había inventado.
En los días siguientes seguían ocurriendo cosas, por así decirlo... raras. Objetos cambiados de lugar, reglas que estaban perfectamente aplomadas con desviaciones de hasta veinte centímetros y muchas más.
Lo más extraño, para mí fue cuando vinieron a verme unos representantes de productos para la construcción para hacerme una prueba de un liquido adherente para pegar el ladrillo con el hormigón. Subimos a la primera planta, donde estaban trabajando los obreros levantando ladrillo, y en un pilar pegamos un ladrillo. Me dijeron que debía dejarlo allí pegado una semana para intentar después quitarlo, asegurando que nos sería prácticamente imposible. Nos despedimos y ellos bajaron a la calle mientras yo me dirigía al otro lado de la obra donde los obreros trabajaban.
Oí como me llamaban desde la calle porque se habían dejado un portafolios con propaganda junto al pilar donde estaba el ladrillo pegado y les dije que subieran a por él. Así lo hicieron y nos acercamos al mismo. Allí estaba el portafolios.
“¿Y el ladrillo?” Preguntaron.
Miré hacia el pilar y el ladrillo no estaba. En el suelo tampoco estaba. Miramos en los alrededores y lo encontramos encima de un montón de ladrillos a unos 15 metros del pilar. Se fueron ofendidos pensando que lo habíamos arrancado y tirado.
El encargado y yo nos miramos y no dijimos nada, pero los dos sabíamos quien había sido. Tampoco le dijimos nada a los demás para evitar bromas de mal gusto.
Hemos bajado los dos policías y yo a la calle, donde hemos estado un rato comentando el suceso.
Han estado hablando de la inseguridad que se está viviendo en la zona por las bandas organizadas de delincuentes.
Yo no les he contado nada sobre los fenómenos raros que se estaban produciendo en la obra.
Se han ido y me he quedado un rato mirando hacia arriba para ver si veía de nuevo la luz. No ha sido así. Me he vuelto dando la espalda a la obra para dirigirme a la casa y he oído perfectamente como “alguien” corría unos puntales metálicos por el piso aún de hormigón.
No me he vuelto.
He oído como caía arena desde la primera planta hasta las vallas que cierran el edificio y no me he vuelto. Me he dirigido a la casa y sin mirar hacia atrás ni un solo momento he entrado y he cerrado con llave. Presumo que estaba un poco asustado.
Como tengo mucho trabajo me he metido en el ordenador para hacer un presupuesto de una estructura que corre mucha prisa, pues lo tenemos que presentar el próximo martes.
Ya había olvidado el episodio.
Le busqué mil interpretaciones racionales y me las creí todas.
Hace un rato que no cesa de oírse como si alguien rascase la puerta de la calle.
He dejado de trabajar y me he puesto a escribir esto para ahuyentar posibles equivocaciones.
Al principio los arañazos se oían en la puerta de la casa. Debía ser algún gato o perro o algún gamberro despertando a los vecinos. Se han parado por unos instantes. Pero ahora los arañazos son más claros. Suenan exactamente detrás de mí sobre la puerta abierta de la habitación donde me encuentro. Estoy de espaldas a ella y no me atrevo a mirar. Tampoco me atrevo a dejar de escribir pensando que si es algo extraño, al verme sin miedo y realizando una labor cotidiana, se canse y desaparezca. O si es mi imaginación, que desista de ese intento y me deje poder mirar hacia atrás y poder irme a la cama a intentar dormir.
Me está viniendo un perfume intenso a algas, ese olor a mar fuerte y profundo.
Ahora mismo estoy notando un aliento que me da directamente en la nuca.
Como si alguien estuviera mirando desde atrás lo que estoy escribiendo.
Se va. Noto como se va. Oigo como la puerta de la habitación donde estoy se cierra. Debe de ser el viento. Pero no hace viento. A lo mejor, ojalá sea una brisa. Debe hacer brisa.
Oigo como tiran, como aquella vez, de la cisterna.
Oigo como se enciende la televisión. Eso puede ser porque la instalación de la casa, por ser tan vieja, haya hecho algún contacto raro y se haya encendido sola.
Lo de la cisterna lo tengo que arreglar de una vez por todas y tengo que presentar una denuncia sobre la gente que se mete en la obra por la noche a robar.
Estoy algo cansado, así que como ya tengo la solución al enigma me voy a la cama.
Mañana Leeré esto y me moriré de la risa.
En fin. José, que duermas bien.

SABADO

No dormí.
Apagué el ordenador.
Abrí la puerta.
Fui al salón para apagar la televisión y acostarme. (Todo esto sin apagar la luz del cuarto del ordenador)
En el salón había una pareja de ancianos sentados en el sofá viendo no sé qué porque no le preste atención. Les di las buenas noches como si no pasara nada y la mujer me miró sonriendo. Parecía muy feliz con ese encuentro.
Me metí en mi habitación y me tape completamente vestido, (con la luz encendida) entero, hasta la cabeza, hasta que los primeros rayos de luz se colaron por la ventana.
La televisión seguía encendida, pero no había nadie.
Desde mañana me pongo a buscar otro piso a ser posible más moderno. O al menos debo pensar durante todo el día una explicación lógica a este suceso. Suceso que por cierto no pienso contarle a nadie. Nadie lo creería. Yo tampoco lo creería.
Por otra parte me llena la curiosidad y estoy tentado de ir a casa de la dueña de la vivienda por si me puede enseñar fotografías de gente que haya vivido aquí, porque la cara de felicidad y la sonrisa de la señora que anoche estaba viendo la televisión en mi salón no la olvidaré jamás.


Carboneras, viernes-sabado
28 de abril de 2.006
José Soria

3 comentarios:

  1. ¿Éste lo escribiste tú o tu hijo?.
    Debo decirte que cuando te estaba rascando la puerta del cuarto, detrás de ti, no pude contenerme y miré detrás mío a ver si había algo.
    ¡Tétrico!

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